domingo, 14 de octubre de 2012

Bizcocho de mi madre



Hola, de cuando era un crío tengo un buen recuerdo de aquellas tardes de sábado de televisión única, en las que después del telediario ponían una serie de dibujos animados y una película. Muchos de estos sábados mi madre me preguntaba si hacía un bizcocho para el que reclamaba mi colaboración, Mi trabajo consistía en batir las yemas de huevo con el azúcar mientras veía la televisión, mientras mi madre batía las claras a punto de nieve no sin perderme de vista, para que no metiera el dedo en las yemas con azúcar y me lo chupara, a veces me decía que silbara para que no disminuyera drásticamente el volumen de mi quehacer.
Bueno, las cantidades de este bizcocho no tienen nada que ver con las que encontraréis en un libro de repostería, pero lo importante es el resultado y os aseguro que está buenísimo. El trabajo más arduo es poner las claras a punto de nieve, firmes; y que las yemas y el azúcar formen una verdadera crema bien batida en la que no se noten los granos de azúcar.
Las  cantidades son la siguientes:

    7 huevos
300 gr, de azúcar
150 gr. de harina
    8 gr. de levadura de repostería
       ralladura de medio limón
       pizca de sal

Separamos las claras y las yemas de 6 unidades.
En el recipiente de las yemas añadimos un huevo entero, el azúcar y la ralladura de limón.
Ponemos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.
Una vez disuelto el azúcar en las yemas añadimos la harina y la levadura tamizadas, hasta vque se integran perfectamente.
Añadimos a las yemas la clara montada y con una espátula hacemos movimientos envolventes, de abajo hacia arriba para mezclar bien todos los componentes.
Precalentamos el horno a 200º  centígrados  y en un recipiente previamente embadurnado de mantequilla ponemos la masa del bizcocho.
Metemos en el horno durante unos 25-35 minutos, dependerá de vuestro horno. Si veis que se dora mucho por arriba, le ponéis un papel de aluminio tapándolo, eso si, abriendo el horno lo menos posible para que no se pierda el calor.

P.S. Uno de mis mayores placeres cuando era crío consistía en chupar todos los utensilios utilizados, relamiendo toda la masa del bizcocho que quedaba.

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