Bueno, las cantidades de este bizcocho no tienen nada que ver con las que encontraréis en un libro de repostería, pero lo importante es el resultado y os aseguro que está buenísimo. El trabajo más arduo es poner las claras a punto de nieve, firmes; y que las yemas y el azúcar formen una verdadera crema bien batida en la que no se noten los granos de azúcar.
Las cantidades son la siguientes:
7 huevos
300 gr, de azúcar
150 gr. de harina
8 gr. de levadura de repostería
ralladura de medio limón
pizca de sal
En el recipiente de las yemas añadimos un huevo entero, el azúcar y la ralladura de limón.
Ponemos las claras a punto de nieve con una pizca de sal.
Una vez disuelto el azúcar en las yemas añadimos la harina y la levadura tamizadas, hasta vque se integran perfectamente.
Añadimos a las yemas la clara montada y con una espátula hacemos movimientos envolventes, de abajo hacia arriba para mezclar bien todos los componentes.
Precalentamos el horno a 200º centígrados y en un recipiente previamente embadurnado de mantequilla ponemos la masa del bizcocho.
Metemos en el horno durante unos 25-35 minutos, dependerá de vuestro horno. Si veis que se dora mucho por arriba, le ponéis un papel de aluminio tapándolo, eso si, abriendo el horno lo menos posible para que no se pierda el calor.
P.S. Uno de mis mayores placeres cuando era crío consistía en chupar todos los utensilios utilizados, relamiendo toda la masa del bizcocho que quedaba.
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